Ranko 2, o cómo en Grandes Aventuras descubrí el segundo bolsilibro de Ranko

Segunda novela protagonizada por Jerry Ranko dentro de la colección Grandes Aventuras y correspondiente al número 51 de la colección. Es curioso que cuando me adentré por primera vez en esta colección, lo que más me motivó es que eran personajes similares a Indiana Jones, Cocodrilo Dundee, incluso superhéroes... pero no los escribía cualquiera. El pequeño grupo de camaradas capitaneado por JuanJo Sarto, que a su vez fue redactor en Comics Fórum (lo que ya dice mucho a favor), así como la participación de Francisco Pérez Navarro (otra gran firma de la época Fórum) ya me daban garantías de éxito. Pero mire usted por dónde que de entre la más de media centena de títulos, el que más me llamó la atención para empezar a leer fue precisamente «¡Ranko!», número 47 de la colección y obra de Curtis Garland. Podía ser un fiasco o un acierto, y para mí fue lo segundo. Quizá mucho más que esta segunda entrega que comento a continuación y que no pude resistir la tentación de leer de forma inmediata tras finalizar su primer bolsilibro. En esta segunda entrega, fiel al estilo pulp, el maestro Garland no se entretiene con medias tintas y pasa a la acción para ofrecerlos la que podría ser perfectamente una película de Rambo, con todas las exageraciones y epítetos rimbombantes. La sinopsis ya explica claramente en qué embrollos entra Ranko. El ritmo es igual de brillante en la primera escena que lo fuera en su entrega anterior. Pero el personaje se desdibuja un poco en favor de conferirle un aspecto más de agente secreto al estilo de la saga «Taken» o «xXx». Ya no es aquel John Rambo rebautizado, sino un cocktail de varios héroes. Es una lectura fresca y rápida de apenas 96 páginas con un ritmo trepidante, y esta segunda entrega ofrece un final que, para mi sorpresa, está más orientado a las clásicas películas de la Hammer y a las novelas de Sax Rohmer, incluso se diría que más cercado al viejo James Bond de Connery y a los villanos histriónicos y casi caricaturescos, que no a los despiadados terroristas de las películas de Stallone.