domingo, 17 de diciembre de 2017

B.P.R.D. o cómo descubrir un tesoro bajo las sábanas

Creo que fue a mediados de 2016 cuando decidí releer tanto algunas novelas como algunos cómics que, décadas atrás, me llamaron especialmente la atención.

   Así, además de volver a disfrutar de Asimov o de obras como "Tigre, Tigre", de Alfred Berster, también me dispuse a hacer una lectura intensiva de toda la colección Next Men de John Byrne, así como de sus títulos colaterales del sello Legend como Babe o Danger Unlimited.

Portada de la nueva (y muy recomendada) edición de
la novela "Tigre, Tigre", también titulada
"Las estrellas, mi destino", de Alfred Bester.
Ilustración de Enrique Corominas.


   En esa lista también hay clásicos como Flash Gordon (la época de Dan Barry), Las aventuras del joven Indiana Jones, los cómics de Alan Moore para ABC Comics... pero de lo que de verdad tenía ganas era de echarle la zarpa a todo el universo Hellboy.

   Comencé, como es lógico, con las primera obras, alguna de las cuales se traduje para sus primeras ediciones en España. Y no recuerdo cómo llegó a suceder, pero en un determinado momento de esas lecturas que combino con las de las últimas novedades, di un salto a B.P.R.D., la colección del Buró para la Investigación y Defensa de lo Paranormal (en España con acrónimo AIDP).

El equipo B.P.R.D. al completo

   Aunque conocía los personajes secundarios que la protagonizan (Liz, Ape, Johann...) y la idea es leer aventuras complementarias del personaje principal, lo cierto es que ya voy por el séptimo tomo de esta serie y avanzando a un ritmo endiablado. Todavía no he vuelto a tocar los tomos de Hellboy, y eso gracias a una trama tan dinámica como original y bien narrada.



   El dibujante Guy Davis, también me ha sorprendido mucho. O mejor dicho, ha conseguido que me sorprenda de mí mismo. No es mi estilo de dibujo preferido, pero ha conseguido lo mismo que Mike Mignola décadas atrás: conquistarme. Y ahora no puedo concebir una historia de B.P.R.D. que no dibuje él, si bien soy consciente de que actualmente hay otras manos y otros lápices en esta colección. Y es una lástima, pues se retiró de la colección en 2009 para dejar de trabajar como autor de cómics. A excepción de una historia que realizó para Judge Dredd, Davis se ha dedicado a trabajar con Guillermo del Toro como diseñador de la película Pacific Rim y, posteriormente, en la serie The Strain y tantos otros títulos tanto de series de TV como de videojuegos.

Diseño de personaje de Guy Davis para la serie de TV "The Strain"


  Fuera como fuese, yo todavía estoy leyendo el trabajo que se publicó en 2007. La magia que he encontrado, no la suelo encontrar actualmente en muchos títulos. Y esa magia se resume no en encontrar una buena historia, sino que a lo largo de las diversas historias, el nivel de la serie se mantiene en todo momento. En otros casos, todos sabemos lo que sucede: hay una primera saga, como fue en este caso Plague of Frogs, y ya conseguido el éxito, a descansar tocan.

Primer tomo Omnibús de "Plague of Frogs".


   Pero no: treinta y tres números de B.P.R.D. llevo leídos, a 22 páginas de media cada uno. Más de setecientas páginas. Y no ha bajado el nivel ni un ápice, a pesar de que el listón de inicio era bastante alto, muy por encima de la media acostumbrada.

   Y con todas esas páginas ya leídas, sigo sin pensar en poner pausa para saltar a los tomos de Hellboy pendientes de releer (y leer). No hasta haber consumido la última de las páginas de esta maravilla de investigadores de lo paranormal.


domingo, 26 de noviembre de 2017

Los Robots del Amanecer

Tras leer esta obra por segunda vez, considero que esta es quizá la entrega más completa de toda la saga de Robots.

A pesar de ser ciencia ficción, se nota la tendencia detectivesca y sherlockiana de Asimov, que con buen ritmo y diálogos dinámicos (firma habitual en sus trabajos) nos engancha con facilidad en la historia.
Quizá pueda resultar un tanto desconcertante al lector que no haya leído previamente "Bóvedas de Acero" y "El Sol Desnudo" por las numerosas referencias a esas obras, pero creo que igualmente se puede leer de forma individual y disfrutarla.

Por último, señalar el buen sabor de boca al descubrir que aquí nace la semilla del concepto "psicohistoria", que se repetirá en la saga de la Fundación.

Y otro momento agradecido son algunas referencias a la doctora Susan Calvin, protagonista del recopilatorio de relator "Yo, robot".

domingo, 29 de octubre de 2017

Mil palabras al día

   Así me insistía un buen amigo, Ángel, al respecto de no bajar la guardia en el dulce placer de escribir.
   El motivo de tal premisa nació en el momento en que me embarqué en la realización de una novela.    Pero no de un relato, nada de seis, doce o quince mil palabras. Una Novela, con mayúsculas.
   ¿Acaso significa que uno debe redactar mil palabras de esa novela cada día? Pues no, ni mucho menos. Las musas son las que nos proporcionan el ritmo de escritura de cada una de las creaciones.
   Lo importante es escribir cada día.
   Y leer.
   Y disfrutar de la lectura.

   Hoy he terminado de leer por segunda vez un recopilatorio de cuentos cortos de Isaac Asimov. Me refiero a "Compre Júpiter", un título de este autor que goza buena prensa tanto por los relatos como por los textos de presentación a modo de prólogo /epílogo que inserta Asimov entre ellos.
   Le versión que leí en su día y que he releído ahora es la edición de la editorial Bruguera (la de la foto adjunta).


  No es que este libro haya sido algo tan remarcable como para que relea este libro. Hace unos meses me dispuse a releer las obras de Asimov, pues recordaba que las disfruté mucho, pero no las recuerdo en detalle. Y no pensaba limitarme a la trilogía que todos podemos pensar, así que empecé por "Yo, robot", "Bóvedas de acero", "El Sol desnudo"... y está siendo toda una experiencia en combinación con las novelas nuevas que devoro al alimón en mi día a día.

   A Asimov lo comencé a leer a eso de los dieciocho años, y fue agradable descubrir que tal admiración la compartía con Jordi, hermano mayor de la chica del instituto con la que salía allá a mediados de los lejanos ochenta. Fueron unos años en los que recorrí toda la saga de robots y, posteriormente, toda la saga de La Fundación. Junto con la influencia de mi madre, también lectora inagotable de novelas de todo tipo, fue quizá la etapa de mi vida en la que sabía que no pararía de leer y escribir.
   Qué equivocado estaba.

   Con el paso el tiempo, terminé trabajando y colaborando en diversas editoriales. Escribía prácticamente todo tipo de escritos, casi todo periodístico. Pero no escribía ninguna historia, y quizá por ese motivo mi trayectoria editorial se vio truncada (probablemente la trunqué casi intencionadamente en un absoluto running to stand still).
   De algún modo la década de los noventa se diluyó en el tiempo sin que pudiera lanzarme a escribir creaciones propias hasta finales de esa década. En esos años me definí como guionista de dibujos animados y cómics, y he de decir que fue una de las experiencias más agradables que recuerdo.


   Cuando Ángel L. Marín me pidió que colaborara en una antología de relatos de temática steampunk, me sentí especialmente motivado. Sabía que imaginación no me faltaba, pero tenía que hacer un buen trabajo tanto para Ángel como para mí mismo. Me tenía que demostrar que era capaz de volver a empezar "en frío". Y me sorprendí a mí mismo, pues la historia nació casi sola, aunque las sensaciones fueron muy distintas a lo que experimenté en el pasado como guionista.

   Curiosamente, cuando apareció la antología "Historias de Ansalance", yo había escrito dos historias en lugar de una. Además, creo recordar que la extensión debía ser de unas ocho mil o diez mil palabras, y ambas superan las dieciocho mil palabras.
   Supongo que debió gustar mi trabajo, al menos en la editorial (a Ángel sé de sobra que le gustaron, para mi alivio).

   Una vez alcanzas ese punto, lo vital es no dejar de escribir. Escribir lo que sea, pero sin forzar la máquina. Así, en ocasiones he recuperado algunas historias inéditas que guardo y que he corregido una y otra vez, he escrito algunos relatos nuevos y, en general, me he puesto las pilas para intentar mantener esas mil palabras diarias, como el que va al gimnasio cada día.

  El problema de compaginarlo con la lectura es que esa lista interminable de obras que esperan en el purgatorio de la estantería a ser leídas, incrementa de manera impresionante semana tras semana.
   Uno intenta ser lo más prudente posible, pero es inevitable, pues aunque las versiones digitales son toda una bendición a mi presbicia, no puedo evitar querer y desear el dulce placer del papel(1).

   ¿Dónde está el problema entonces? Pues en todo lo que he revisado en "Compre Júpiter" y en el mensaje que extraigo de ello.
   He olvidado un poco quién soy cuando firmo, y especialmente cuando releo todo lo concerniente a "Versos luminosos"·, no puedo evitar sentirme tremendamente identificado con el autor.
   También he olvidado lo divertido de lo que es un relato corto, como los que hacía en antaño. Son esos relatos que uno identifica con el formato de los episodios de "Twilight Zone" o "La hora de Alfred Hitchcock".

   La conclusión es que una novela larga requiere tiempo y dedicación, y hay días en los que sencillamente no puedes. O mejor dicho, no debes tocarla.

   Para mi error, cuando he sido consciente de que no era el día adecuado, he caído en el miedo al teclado. Mi mujer, Ligia, que con santa paciencia sabe aguantar todas mis excentricidades, siempre sabe tranquilizarme. Su fe ciega en el "ya te saldrá, como siempre te pasa" es la paz en mi vida, la luz que necesitas cuando te levantas a oscuras por la noche, la barra de seguridad de la montaña rusa... ¿sigo? Bueno, creo que ha quedado claro.

   El miedo al teclado es comprensible, pero cuando no atacas a las teclas con cualquier otra cosa y, por contra, te dedicas exclusivamente a la lectura salvaje como refugio, hay que saber levantar la vista, cerrar el libro y sentarte ante la pantalla. O, como mínimo, ante la hoja en blanco(2).

   Quizá esa nueva historia que hagas sea devoción de millones, o quizá quede enterrada entre miles y miles de textos que se pierden en el tiempo.
   Pero, por Crom: ¿mil palabras al día?
   ¿Solo mil?

   Décadas atrás, por una ventana mística, de taquiones, interdimensional o vaya usted a saber de qué naturaleza, se asomó mi joven yo y me recriminó dos cosas:
   1- Si mil palabras al día eran demasiado pocas para mí, ¿a qué demonios espero a montar mi propia saga privada de relatos?
   2- Si antes aporreaba una máquina de escribir Olivetti Lettera que me legó mi madre, ¿cómo es posible que ponga pegas en una época donde no hay cintas de tinta ni tiras de típex interrumpiendo el traqueteo de las teclas?

   Así, mientras esta semana espera la relectura de "Los robots del amanecer" de Asimov, el inicio de "La canción de Bêlit"(3) de Rodolfo Martínez y Robert E. Howard, y la lectura de algún que otro tomo de cómics, la misión consiste en no solo finalizar el capítulo trece de la novela, sino de que esas mil palabras se conviertan en todo un autorregalo diario.



(1) Si en otros tiempos mi pasión por el papel era desmedida, ahora no ha bajado su ritmo, aunque hay una regla para no colapsar los metros cuadrados de nuestro hogar: O bien debe ser una edición con fuertes connotaciones nostálgicas, o bien se trata de una edición en un formato que merece estar en la estantería. Hoy por hoy, las versiones digitales me ayudan a poder aplicar esta norma sin prescindir de ciertas lecturas que también me apetecen, pero que no puedo atesorar físicamente.

(2) Realmente, casi todo lo que hago nace en libretas de todos los tamaños y formatos que atesoro, junto con una colección de estilográficas que mi mujer se ha encargado de alimentar con diversos modelos y tinteros que enamoran a cualquiera. Nada más agradable para invitar a la escritura.

(3) "La canción de Bêlit", Rodolfo Martínez y Robert E. Howard. Octubre, 2017, Sportula.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Tom Strong Deluxe 1 leído, disfrutado y comentado

Tras la lectura del primero de tres tomos Deluxe de Tom Strong (Alan Moore, Chris Sprouse, Alan gordon), he dejado en mi perfil de Goodreads la reseña correspondiente, de la que comparto aquí el enlace:

Reseña de Tom Strong Deluxe 1 (ECC Comics) en Goodreads

martes, 15 de agosto de 2017

Sherlock Holmes en Hope Canyon: Una historia detectivesca con doble sentido

Sherlock Holmes en Hope Canyon: Una historia detectivesca con doble sentidoSherlock Holmes en Hope Canyon: Una historia detectivesca con doble sentido by Mark Twain
My rating: 5 of 5 stars

Siempre es agradable leer una historia de estas características, pero en este caso hay que aplaudir una edición especialmente cuidada.

Esta historia corresponde a un relato de Mark Twain, no de Arthur Conan Doyle, con una clara intención de mofa hacia la figura del detective por parte del creador de Tom Sawyer.

Por este motivo, se agradece tanto el trabajado prólogo como las notas finales, que sitúan al lector al respecto de una historia desconcertante.

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domingo, 30 de julio de 2017

Aquella vieja historia de Zarpa de Acero


Cuando paras de escribir para ponerte a corregir lo escrito, el mundo va más lento.
Esto es lo que hago actualmente con la novela steampunk en la que trabajo desde hace tiempo.
Tras el repaso de los doce capítulos que ya tengo hechos, pasaré a realizar lo mismo con otro relato que tengo aparcado.
Todo ello significa que, o bien corrijo, o bien leo alguna de las dos novelas en las que ahora estoy sumergido como lector.

Aquí es donde agradezco mi afición al mundo del cómic, que me supone un gran balón de oxígeno ni que sea por el cambio de sistema de lectura.

Hoy domingo noche, ordeno todo en vistas a la nueva semana y termino leyendo un viejo cómic de Hellboy junto con Painkiller Jane. Una historia rápida y sencilla para echar diez minutos.

Finalizo ese cómic y me dispongo a guardarlo. Sin saber cómo, termino con un viejo número uno de Zarpa de Acero correspondiente a la colección Hora T. Precio de portada 20 pesetas.
Aunque ya lo he leído varias veces, lo abro y me quedo absorto en la primera página.
Harto de corregir y corregir durante el día, el texto de la primera página me duele un poco. Aquello no puede estar más sobrecargado.
Me centro y me olvido de poner listones y "peros". Se trata de puro pulp, de algo que recuerdo con cariño y que sé que he disfrutado. Y capto la primera genialidad: El autor te explica en una sola página toda la vida de Zarpa de Acero. A pie del texto la reproduzco.

Recuerdo cuando leí esta historia allá por 1975: unos malvados alienígenas controlan mentalmente a unos niños. Aparte de tema telepático, los niños también adquirían superfuerza y no sé si algún poder más.
He leído miles y miles de cómics a lo largo de mi vida, y muchos los he leído más de una vez. Pero solo unos pocos dejan una marca en la memoria y, tras décadas, los recuerdas como algo especial.
Si me pongo a analizarlo todo fríamente, admitiré que técnicamente ni son los mejores cómics, ni los mejores dibujos, ni las mejores historias.
Pero solo unos pocos cómics consiguen grabarse así en mi memoria, y desconozco el motivo.
Este fue uno de ellos.


miércoles, 26 de julio de 2017

Review de Sherlock Holmes contra Fu Manchú en Goodreads

Sherlock Holmes contra Fu ManchúSherlock Holmes contra Fu Manchú by Cay Van Ash
My rating: 3 of 5 stars

No se puede decir que no me guste, pero Cay Van Ash da demasiadas vueltas y el libro ocupa el doble de lo necesario en páginas para la historia que explica.
La sensación es que he leído algo que me recuerda más una película de la Hammer que no las novelas de Sherlock Holmes o de Fu Manchu.


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martes, 25 de julio de 2017

Locura de blogs y cambio de dominio - Nuevos libros y nuevas adquisiciones

Había conseguido retomar la labor de escribir en un blog, que es algo que lo lea o no la gente, es una disciplina que es de agradecer. Me hago eco de esa recomendación de escribir al día mínimo 1.000 palabras, y por poca porción que sea de ese millar de media, es agradable poder comentar otros aspectos que no se ciñan a aquellas historias en las que trabajas.
Es decir, es como una bocanada de aire fresco, como el "salir al recreo" del escritor.

El caso es que me puse manos a la obra y me dije que era el momento de abrir un famoso blogspot como el que tienen tantos conocidos y amigos. Creé el que ha estado funcionando hasta ahora con el dominio marturet.blogspot.es

Hasta aquí todo perfecto, pero me daba cuenta de que el resto de blogs eran más completos y que yo apenas disponía de dos herramientas muy rudimentarias en comparación con lo que veía en otros blogs. Y no fue necesario invertir mucho tiempo para darme cuenta de que me había dado de alta en un proveedor distinto (hispavista y blogdiario.com) que, curiosamente, pueden ofrecer este tipo de dominios.

Ahora me doy cuenta de que esto que estoy comentando igual le ha pasado a un montón de gente, pero he tenido la suerte de que a mí me pasa cuando apenas he metido un pequeño puñado de entradas, por lo que gracias a tener tiempo y ganas, he pasado todo a donde estáis viendo: xavimarturet.blogspot.com.es 

*  *  *

Bueno, y otra cosa: me ha llegado de la librería World of Books (vía Iberlibro) la novela de Hellboy "On Earth as it is in hell", que ya tenía ganas de que cayese en mis manos.

Será mi primera novela de Hellboy (exceptuando relatos cortos) que no esté escrita por Christopher Golden. El escritor es Brian Hodge, que ya agradece a Chris Golden su ayuda en la realización de esta novela.

No lo conozco y será la primera novela suya que lea. Ni siquiera he leído su relato corto previo de Hellboy, pero su trayectoria como novelista apunta a que no me va a decepcionar. De gustarme, algún día caeré en una novela que he visto que tiene: "Pesadilla en Elm Street: Los siete sueños más dulces de Freddie". El título desde luego promete.

Aún me quedan poco menos de 80 páginas de "Sherlock Holmes contra Fu Manchu", pero poco tardaré en devorarla mientras suspiro por lo que hoy comentaba en Facebook: ¡Ojalá tuviera el poder de leer a supervelocidad!

Aparte, ayer mi querida mujer y yo fuimos al mercado, y antes de entrar había una mesa con un montón de libros de segunda mano. Ella, que me conoce de sobras, sabía que tocaba hacer parada y fonda. El chico que nos atendió con amabilidad nos dijo que los libros no se compraban con dinero, sino con comida para la beneficencia. El coste era "la voluntad".
No encontré nada de mi agrado, pero sí me decidí por un libro de Jules Verne, "los náufragos de Jonathan", publicado en 1985 por Molino y cuyo título original es "En Magellanie" (1897).
Al ver mi interés por ese libro, el chico me comentó que también me podía llevar otro relacionado con Julio Verne, porque total, me iba a costar lo mismo, y me entregó una edición de una biografía de Julio Verne realizada por J. J. Benítez.
Desconocía ese libro, pero dadas las circunstancias y la ilusión con la que me lo ofrecía, lo acepté tan encantado como agradecido.
El libro es "Yo, Julio Verne. La biografía del más visionario autor del siglo XX".
Ya solo el título me hace torcer el morro, pero le daré una oportunidad.
Aparte de la edición que tengo, también ha aparecido publicado en la "Biblioteca J. J. Benítez" y el la colección "Memoria de la historia".
Claro que si alguien la ha leído y quiere adelantarme si le gustó o no, yo encantado de recibir opiniones, claro.


Lo que el ojo no ve (o la viga en ojo propio)


Publicado originalmente el 24-07-2017


Desde hace aproximadamente tres semanas estoy leyendo la novela "Sherlock Holmes contra Fu Manchú" (1984). Poco me falta para terminarla, y la acabaré, aunque Cay Van Ash dé a veces tantos rodeos como un servidor (pero sin llegar a la dimensión de Umberto Eco, por lo que no desaconsejo disfrutar de esta aventura).
Aprovecho y por enésima vez le agradezco a Alberto Cabrera, del Círculo Holmes, quien me obsequió con un ejemplar para poder disfrutar en su extinta edición en papel de Planeta (1989).
Ahora bien, entre esta lectura y sucesos recientes, hace unos días comenté cómo retomaba cierta historia de espada y brujería que tenía en un cajón. Encontré múltiples correcciones y rectificaciones, y quedó de tal modo que me gusta, pero no me apetece continuarla. No tengo claro cómo seguir con esa historia tras un inicio como el que he escrito (y que, insisto, me gusta).
Tras este "entrenamiento", he retomado la que será la novela de steampunk mientras otras cosas maceran en nevera por mucho que los nervios me corroan (es parte del proceso y hay que asumirlo).
Y tal como comentaba días atrás, qué gran favor me han hecho.
Así, como si de un anuncio de detergente se tratara, veamos cómo cambia un texto antes y después de haber "actualizado" mis filtros dar brillo y esplendor.
He aquí un párrafo de muestra tal y como estaba inicialmente:
"El lago Cryl reflejaba en todo su esplendor el azulado cielo de aquella zona al norte de la ciudad de Asgorn, en combinación con cientos de destellos perlados sobre su tranquila superficie. El manto de las aguas apenas se rompía por un tímido chapoteo aislado o por algún minúsculo remolino, probablemente fruto de la curiosidad de algún pez que asomaba a la superficie. Arriba, en el cielo, un grupo de aves volaba en formación sobre las aguas rumbo norte como perfecto complemento de un paisaje que emanaba tranquilidad y belleza."
Y he aquí cómo quedó tras una primera revisión de ayer noche (que nadie dice que sea la definitiva, pero casi):
"El lago Cryl, al norte de la ciudad de Asgorn, reflejaba en todo su esplendor el azul del cielo. El manto de las aguas lucía cientos de destellos perlados y su superficie estaba en calma absoluta, apenas rota por algún tímido chapoteo aislado o por minúsculos remolinos. Un grupo de aves volaba en formación rumbo norte como perfecto complemento de un paisaje que emanaba tranquilidad y belleza."
Algo más de una línea menos de texto y creo que con mucho mejor resultado.
Efectivamente, quien haya leído aquel libro que me niego a mencionar por enésima vez, sabrá que hay un ejemplo idéntico al respecto (creo) de la novela Carrie. Pero claro, no es lo mismo experimentarlo en tus propias carnes.
Más allá de este párrafo, hay bastante más de cien folios ya escritos y los capítulos que están por redactar, pero a gusto que uno lo trabaja.
Ahora, tal como decía en los viejos tiempos, let's rock!
Postdata final: No entiendo todavía cómo funciona el editor de blogspot, por lo que pido perdón las incongruencias visuales

La mente es como un laberinto: la salida está en tu imaginación

Publicado originalmente el 20-07-2017



El título de este post es en realidad una frase que inventé como complemento al título "Dentro del laberinto", mi anterior blog de la desaparecida plataforma virtual "La Coctelera", y en parte tiene que ver con lo que explico a continuación.
Es curioso cómo funciona la mente que, juguetona ella, puede traicionarnos con extraños quiebros de cintura. Y es que por mucho que pasan los años, uno no deja de aprender y de conocerse mejor.
Hoy he vuelto a experimentar todo ello. A pesar de que escribas, repases y corrijas, conviene seguir unas fases que coinciden con lo que leí en aquel libro de Stephen King titulado "Mientras escribo".
Lo cierto es que esa lectura no me descubrió nada que no supiera de antemano o que ya practicara en el pasado tanto con escritos propios como ajenos. La diferencia estriba en que en ese libro se sugiere ordenar todo en procesos lógicos de redacción y revisión. Y no he respetado esa técnica a pesar de creer lo contrario.
Tal como digo al principio, mi mente me ha traicionado y ha combinado ímpetu con exceso de confianza en dosis letales.Y aún así, una pequeña voz en algún rincón de mi cerebro ya me advertía de mi error. Ya no es una cuestión de bajar la guardia, pues con más timidez y modestia no puedo afrontarlo. Se trata de hacer las cosas bien y a veces uno solo no es suficiente para conseguirlo.
En este día descubro que vuelvo a ser afortunado. Y mucho. Esto va más más allá de ese libro de Stephen King y de aquella experiencia que comenté de cierto editor años atrás.
Efectivamente, mi trabajo no está bien terminado. Está inacabado. Pero lejos de sentir decepción, me lleno de nueva ilusión y ganas, porque de esto solo puede salir algo bueno. Y sobre todo, siento un agradecimiento infinito por el trato tan amable como profesional que he recibido hoy y que me recuerda cierta anécdota de Peter David. Me refiero a una de sus columnas aparecida con el título genérico "But I digress..." y que pude leer gracias a un libro recopilatorio de Dolmen Editorial. Por ello, la portada de esa publicación ilustra este texto.
Peter David es un afamado guionista y escritor que compagina su trabajo con una afición tremenda por todo lo relacionado con Star Trek.
Tiempo atrás, a este autor llegó uno de sus encargos más soñados: escribir por primera vez una novela de Star Trek. Se puso manos a la obra y puso ilusión y empeño como nunca.
Recuerdo que en aquella columna comentaba que el proceso de trabajo indicado por el editor consistía en entregar una serie de capítulos por avanzado, así como un resumen de la historia, pero igual me equivoco (quizá han pasado tranquilamente veinte años desde que lo leí). El caso es que terminó su trabajo, lo revisó con cariño y lo envió a su editor.
La respuesta tardó un poco en llegar, pero llegó. Nervioso, leyó el primer comentario que para su alegría le confirmaba que su novela gustaba mucho. A continuación de esa afortunada noticia, Peter David recibía una generosa cantidad de folios con correcciones de todo tipo que lo dejaron pasmado.
Actualmente, Peter David ha escrito unas cuarenta novelas de Star Trek. Y las que vendrán.
Ya me gustaría a mí ser Peter David, pero no dejo de soñar con ilusión en vivir lo mismo a una escala menor.
¡Diablos, que me siento como un adolescente!

El placer de la libreta de notas

Publicado originalmente el 19-07-2017

Otro consejo que nos damos unos a otros a lo largo de las generaciones es que conviene tener siempre a mano una libreta para tomar nota en cuanto una idea aparezca.
Suele pasar en los sitios y momentos más insospechados, y esa libreta es el salvavidas.
En mi caso, cuando termino una historia, intento recopilar todo en una libreta en concreto, como una especie de enciclopedia de lo escrito (personajes, ciudades, países, circunstancias que han quedado en el tintero, trasfondos aún no desvelados).
No es que mi memoria sea mala, pero no albergo a Trantor en mi cabeza.
Aparte, todo lo que es documentación para mis historias también suele terminar en esas libretas, por lo que aparte de mi biblioteca al uso, es normal encontrar cerca de mi mesa una amalgama de libretas de diversos tamaños y colores.
Se agradece, eso sí, esos nuevos formatos con goma elástica tan chulos que desde hace pocos años se han popularizado. Así da gusto guardarlos.

Fin de historia, inicio de historia

Publicado originalmente el 18-07-2017

Por fin he terminado una historia que ojalá pueda comentar pronto aquí, con lo que comienza una nueva fase de la misma que consiste en esperar a que el editor diga su parecer, a que vaya tomando forma y ojalá termine en manos de muchos lectores. El sueño de todo escritor, vamos.
En momentos así, tras ese punto y final, es cuando recuerdo todos los consejos recibidos y, con cariño, los que pude leer en "Mientras escribo", de Stephen King.
Uno de esos consejos que suelo comentar a menudo con mi amigo Ángel es que hay que escribir al menos 1.000 palabras al día, valga o no valga lo que escribas. Y ese consejo, que enseña esa constancia, es lo que puede llevarte a que todos esos anhelos sean algo más que una intención.
Otro de esos consejos que recuerdo con cariño fue no hace mucho. Debió ser principios de 2014 cuando pasé un relato inacabado a un amigo y editor más que consagrado. Le pedí consejo, pues aunque he escrito desde que tengo uso de razón, nunca había intentado escribir relatos o novelas. Guiones sí, a montones, pero relatos...
Encontró fallos por todas partes y me los explicó de tal modo que nunca podré darle las gracias lo suficiente, y gracias a ello he conseguido ver publicados ya algunos relatos, y más que están por venir.