lunes, 20 de abril de 2020

Cosas que haces estos días de confinamiento responsable (Parte 4) - Doctor Who en blanco y negro

No es que sea un gran seguidor de Doctor Who, pero David Tennant me convenció lo suficiente como para llegar a la quinta temporada de la serie "moderna".
Los cambios de doctor que ahora voy a "sufrir" no me preocupan, pues el tono de la serie me encanta. La descubrí en su emisión en el canal autonómico de TV3 hace una barbaridad y cada mes cae uno o dos capítulos.
Pero claro, el confinamiento me ha dado el empujón necesario para realizar la "arqueología" que tenía pendiente hace mucho. Me refiero a descubrir la serie original, con William Hartnell como primer Doctor.

Las omnipresentes paredes de ladrillo en
la nave espacial terrestre de un siglo futuro.
Eso que veo detrás de Barbara parece
una estantería de madera de la buena.

Superada la treintena de episodios —de una duración de unos 20 minutos, lo que para mi es ideal—, llego al inicio de la saga "Los sensoritas". Voy por el segundo episodio de los seis que compone esta saga cuando me hace gracia un detalle. Los medios son escasos. El presupuesto debió ser ridículo. Estos en una aventura con una nave espacial con pared de ladrillo. En alguna escena veo algún ventilador enganchado en la pared, e incluso disponen de estanterías de madera.
Pero no lo comento como una crítica negativa, sino todo lo contrario. La magia que transmite esa serie y sus fantásticos guiones llevan al espectador a tal grado de inmersión y evasión que la mente los ignora en favor de seguir atendiendo fascinado a la narración de pura ciencia ficción de la década de los sesenta.
Por ahora he viajado a la prehistoria y habitado entre cavernícolas de la tribu de Gum. A continuación asistí a la primera ocasión en la que los daleks se enfrentaron al doctor; a continuación di un salto para ver al doctor y a sus acompañantes en la época de Marco Polo. Más allá de la visita al viajante veneciano, fue el turno de una historia digna del mejor pulp de ciencia ficción en la saga conocida como "Las llaves de Marinus", donde se puede oler la esencia de esas historias distópicas de John Carter o La Fuga de Logan. Y acto seguido, la tardis llevó al Doctor, Barbara, Susan y Ian Chesterson (anda que no me hace gracia cada vez que el doctor dice mal su nombre)a visitar las pirámides aztecas.
Tras todo esto, la Tardis fue a parar a la nave espacial de paredes de ladrillo y compuertas infranqueables de porexpán que hay que intentar abrir taladrándola con un minúsculo mecanismo muy parecido a un miniventilador al que le has quitado las aspas.
Pero insisto, no importa en absoluto, pues esa magia te captura, te cautiva y hace que disfrutes igual o mejor que si Steven Spielberg hubiese aportado millones de petrodólares para la inclusión de fantabulosos efectos especiales. Porque no hacen falta, ya que cuando la ciencia ficción está bien narrada, nuestra mente colabora y rellena los huecos. Como en una buena lectura.

Dos Anécdotas:
1- El diseñador Raymond Cussick ideó la Esfera Sensorial de la saga de Los Sensoritas inspirado en la Sagrada Familia y el concepto de prescindir de ángulos rectos. O al menos eso dice la leyenda.
Pues sí, es él: William Russell.
2- Esta anécdota me gusta más: el actor William Russell, que interpreta a Ian Chesterson, resulta que fue uno de los ancianos del consejo de Krypton que aparece en la película Superman de 1978. Y como le tengo un cariño especial a este actor (que sigue ahí, en la brecha, con sus 95 años), cierro con una imagen de esa anecdótica participación en el mítico largometraje del hombre de acero.

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